sábado, 12 de marzo de 2011

Japón

Cataclismo en Japón
Con una magnitud que sorprendió a los sismólogos, Japón fue golpeada doblemente por las fuerzas de la naturaleza. Un terremoto mayor que cualquiera conocido en la historia de Japón y el consiguiente tsunami, con olas de más de 10 metros que impactaron en la costa noreste causaron un balance provisional de centenares de muertos, una vasta destrucción en infraestructuras y red de transporte y la declaración del estado de emergencia tras verse afectadas varias centrales nucleares. Si bien las fugas radiactivas no están confirmadas, los daños en los sistemas de refrigeración hicieron saltar todas las alarmas y obligaron al Gobierno a situarse en el peor de los escenarios: el de un cataclismo natural que se convierte en una catástrofe nuclear. Los mercados tampoco fueron ajenos a esta situación de alerta mundial y cerraron con fuertes pérdidas y una gran preocupación por las implicaciones que pudiera tener en una economía como la japonesa, de gran proyección global.

El terremoto, de gran intensidad y muy poca profundidad, fue una «tormenta perfecta» para generar un tsunami. Con un epicentro a poco más de 100 kilómetros de la costa, apenas hubo tiempo material para la evacuación. Los terremotos y tsunamis son relativamente comunes en el El Anillo de Fuego del Pacífico, un cinturón volcánico que rodea el océano. Probablemente no haya país en el mundo tan preparado y con códigos de construcción tan estrictos como Japón para resistir las devastadoras consecuencias, pero las fuerzas de la naturaleza son implacables, contienen una tensión construida y acumulada durante siglos que súbitamente se descompone liberando enormes cantidades de energía. Y sitúan al ser humano ante la cruda realidad de su inevitable fragilidad.

El pueblo japonés es perseverante, estoico y disciplinado. La unidad, el propósito común y la resistencia colectiva ante los desastres están muy enraizados en el alma japonesa. Como han demostrado en otras ocasiones, sabrán trabajar juntos en la gran fábrica social de la reconstrucción.
Ya lo dijo el gran poeta japonés, Matsuo Basho, en un haiku del siglo XVII:

«Las vicisitudes de la vida
tristes, para convertirse finalmente
en un brote de bambú».




Lo que veremos en Japón en los días por venir… un ejemplo para muchos
.

20 comentarios:

  1. Mi querida amiga, todo el mundo estamos conmocionados con lo que está pasando en Japón. Miles ya de muertos. La fuerza de la naturaleza es asombrosa, somos nada ante ella. Como bien dices Myriam, un ejemplo, una reflexión, incluso ante nuestras propias conductas.

    Bravo tsunami
    en temblorosa tierra.
    Los haikus rotos
    lloran desesperanza...
    El mar cubre su llanto.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Cecilia por compartir con tanto sentimiento el dolor de los japoneses y el mundo entero conmocionado...tu haiku es un canto al resurgir de un pueblo valiente..cuando todo pare
    y el duelo de dolor se vaya sosegando...bello bellisimo haiku !!!! desde ayer estoy intentando
    escribir algo y no consigo concretar tantos pensamientos y sensaciones, an abrazo amiga

    ResponderEliminar
  3. Terribles los gritos que algunas veces la naturaleza lanza.

    Todos estamos consternados ante la impotencia.

    Besos querida Myriam

    ResponderEliminar
  4. La mar,rompio sus vidas
    en un instante.
    Besos para ti y los que amas.

    ResponderEliminar
  5. Grave el desastre que ha asolado al pueblo japonés, una terrible prueba más para los disciplinados corazones japoneses. Destacar el ejemplar comportamiento que nos lleva a reflexionar sobre el rol de culturas.
    Gracias Myriam por tu sensible punto de mira.

    Un abrazo!

    Asola tsunami
    implacablemente
    resiste Japón!

    Luz

    ResponderEliminar
  6. La naturaleza. Eso tan maravilloso, eso que nos conmueve por su belleza y nos traslada a vivir en fantasias....cuando decide enfadarse ...se enfada de verdad y causa estas terribles catástrofes. Las imagenes de esa terrible fuerza, de esa fuerza sin control me ha impresionado sobremanera.El agua, las fuerzas del agua arrasando cuanto encontraban a su paso era realmente terrible.
    Las vidas perdidas son lo peor de esta catastrofe, son muchas , demasiadas aun siendo Japon el pais mas preparado para resistir estas catastrofes...el balance de seres desaparecidos aún tiene que arrojar enormes perdidas.
    Amo la naturaleza, la amo y a veces...la odio pero...asi es la vida, la terrible vida cuando se dan estas terribles escenas de horror y dolor.

    Espero y deseo que las perdidas sean muchas menos de lo que las imagenes me llevan a presentir.

    Mi dolor por cada vida perdida y por esos seres que aguardan el rescate.

    ResponderEliminar
  7. Tiembla la tierra
    y con ella las flores
    de mil cerezos.

    ResponderEliminar
  8. Tsunami, palabra japonesa. (Arte tras la galerna)
    12 de Marzo de 2011
    La ancestral y refinada cultura del Japón ha estado siempre muy volcada a la observación minuciosa de la naturaleza. Podemos encontrar cientos de antologías de poemas catalogados por las estaciones del año y los fenómenos atmosféricos que las caracterizan. ¿Cómo es, pues, que en un país de terremotos ( y consiguientemente de maremotos) estos apenas aparezcan en el arte japonés? Está claro que la costa estaba antiguamente menos habitada que ahora, y aún con ello queda la pregunta…

    La palabra “tsunami” es japonesa y significa “gran ola”. En principio no tenía que ver con maremotos, sino con mar arbolada, pero hoy se ha convertido en la palabra universal de una desgracia desoladora. Imagino que la idea proviene de un famoso grabado del pintor Katsushika Hokusai (1760-1849) titulado “La gran ola de Kamagiwa” y que es una de las imágenes de su afamada serie “36 vistas del monte Fuji”. En efecto, en treinta y seis perspectivas diferentes, vemos la célebre montaña cubierta de nieve. Pero en “La gran ola”, el Fuji es sólo una pequeña imagen al fondo, cuando el espectador ve esa ola gigante que es ya un icono del arte japonés (tan admirado por los impresionistas) y ahora también del desdichado tsunami como maremoto. Hokusai que nació y murió en Edo, el nombre antiguo de Tokio, pintó muchas escenas marinas y no pocas de mar brava, pero ninguna comparable a “La gran ola de Kamagiwa”, imitada por otros pintores del “ukiyo-e” (o escenas del mundo flotante) que es como se denomina su escuela y que llegó hasta a ser una moda en los tatuajes. En el Japón dieciochesco, tatuarse de un modo barroco era una señal de elegancia, y curiosamente hay tatuajes que reproducen (al menos en parte) esas grandes olas, con sus crestas rizosas. En cuadros de hombres desnudos -tatuados- de un pintor tan moderno y atrevido como Sadao Hasegawa, pueden verse estos tutuajes vueltos actualidad, en dibujos de los finales años 80. De otro lado (y aparte de los efectos devastadores que conocemos) la voz “tsunami” ha servido para metaforizar una moda que arrasa. Así en el propio Japón, la moda mundial del arte “manga” -ese peculiar y extendidísimo estilo del cómic nipón- ha producido la expresión “el tsunami del manga”, que refleja la expansión mundial de un arte popular y algo esteticista.

    En su afán de estudiar los cambios del clima y los diversos estados anímicos que comporta, podemos hallar en el “haikú”algo que evoque el tsunami. Por ejemplo en este otoñal del clásico Shiki: “Oscurece/ La tormenta se afianza/ Mi miedo crece.” O en este otro del más clásico Bashó: “Hasta las peñas/ de Asama mueve la borrasca/ de montaña.” Y nos decimos ¿qué no moverá, entonces, la borrasca del mar? Sin embargo el sentido fuertemente estético de la cultura japonesa, hace que incluso después del paso devastador de una galerna, que todo lo ha arrasado, algo nos recuerda la belleza siempre en peligro de la vida. Así en este bello haikú de Buson (que no en balde también era pintor): “La hermosura/ de esos pimientos rojos/ tras la galerna.”. Sí, nada ha quedado en pie, pero ¿como no fijarse en la perduración de lo hermoso? El Japón budista sabe que todo en la vida es perecedero, todo tan frágil como gota de rocío, sin embargo… Dice Issa: “Este mundo de rocío,/ mundo, sin duda de rocío,/ aunque siendo de rocío…” La ola de Hokusai y el haikú de Issa no son dos entidades incomunicadas o diferentes. Ahora que el desastre golpea Japón y las costas del Pacífico, recordemos con templanza y reflexión que la pintura de la ola gigante y las consideraciones en verso sobre la fragilidad y la belleza del mundo perecedero, pertenecen (como la palabra “tsunami”) a la misma refinada cultura. Y eso es lo humano frente a la galerna, lo que colora y eleva. No lo olvidemos.

    Luis Antonio de Villena.

    ResponderEliminar
  9. Si Julie, para reflexionar. Y acompañar el dolor.
    Gracias

    ResponderEliminar
  10. Gracias a ti, Luz,por compartir esta visión.
    El rol de culturas, en el arte, el conocimiento y también ante contingencias como ésta.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. El Mar .. Siempre el mar, gracias por tu sentido comentario.

    ResponderEliminar
  12. "Ahora que el desastre golpea Japón y las costas del Pacífico, recordemos con templanza y reflexión que la pintura de la ola gigante y las consideraciones en verso sobre la fragilidad y la belleza del mundo perecedero, pertenecen (como la palabra “tsunami”) a la misma refinada cultura. Y eso es lo humano frente a la galerna, lo que colora y eleva. No lo olvidemos."

    “La hermosura/ de esos pimientos rojos/ tras la galerna.”

    Gracias Ceci por este aporte.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  13. Cecilia, algo pude leer sobre el Go en Shibumi. Gracias.
    Es muy interesante y profundo, para seguirlo.

    ResponderEliminar
  14. Hola Maby, Myriam se refiere a un libro, bastante viejo (está agotado por aquí, ella lo bajó en inglés).
    Es un libro "atípico" suelen decir. La parte que menciona es cuando un viejo general japonés explica el concepto de shibumi a un huérfano que él ha criado, y lo hace a través del Go. Es un juego, no diré similar al ajedrez ! porque .. el mismísimo japonés dijo al respecto:
    la relación entre el Go y el ajedrez es la misma que puede haber entre un filósofo y un tenedor de libros, jej

    Gracias por estar Maby.
    Un beso.

    ResponderEliminar