martes, 21 de junio de 2011

Kukai de HELA














Estimados lectores de Hojas en la acera:

Como acaba de lanzarse la última gaceta,
nos es grato invitarles a ser parte del Kukai de
HELA correspondiente al número en curso.

En esta oportunidad con haiku que contengan
una de las siguientes dos palabras:

1. BARRO

Ante cada puerta
desde el barro en los zuecos
comienza la primavera

Autor: Issa

2. GRIETA

En una pequeña grieta
florece el musgo...
Estatua de Jizô

Autor: Issa


CÓMO PARTICIPAR:
- Puede participar cualquier persona (con la única excepción del coordinador de turno).
- Cada participante debe elegir UNA sola de las palabras propuestas.
- La palabra debe estar incluida dentro del haiku (en plural o singular).
- Cada persona sólo puede participar con UN trabajo con firma o seudónimo.
- NO se debe participar con más de un seudónimo (o nombre, o nickname).
- La votación privada se realizará a partir de una lista definitiva de haiku que cada participante recibirá vía e-mail. Únicamente podrán votar los participantes en el kukai en curso.

Enviar haiku al e-mail: kukai.hela@gmail.com
Asunto: Participar

Periodo de recepción: 27 de junio al 24 de julio 2011
Periodo de votación: 25 de julio al 14 de agosto 2011
Publicación de resultados: Junto con el siguiente número de Hojas en la acera.



¡Sean bienvenidos al kukai!
y reciban nuestros saludos,

Gio Jara
Coordinador
Kukai de Hojas en la acera


Más sobre este kukai en: www.hela17.blogspot.com/p/kukai-hela.html

domingo, 12 de junio de 2011

El haikú: el universo en una gota de rocío


Basho en bambú
trazó una mariposa.
Vuela su tinta.

Para algunos escritores el universo cabe en una gota de rocío. También miran el infinito en los ojos de un gato cuando resplandecen en la noche. Así Jorge Luis Borges descubrió el Aleph, punto de confluencia de todos los sitios, y otro iluminado, José Lezama Lima, el Tokonoma.

De modo similar el haikú es una llave que nos permite acceder al ámbito donde el vacío ocupa la materia y el tiempo se detiene gracias al estado de iluminación poética que en tan breves límites se produce. Imaginemos los jardines Zen de Japón: unas pocas piedras, unos cuantos trazos, dos o tres árboles sugieren el vasto mundo. Frente a ellos podríamos decir:


Jardín Zen
Las rocas ocupan
el sitio que les corresponde,
la primacía de una cumbre
no tiene importancia
frente a la precisión de lo breve.
Dos o tres árboles
o ninguno,
tal vez la brisa que recuerda
a las hojas del otoño.
La luna tiembla en el estanque
y hay pausas donde se abisma el vacío.

Lo ideal sería
gozar ante la página en blanco
—en su jardín Zen—
que el lápiz rastrilla.
Y así, detrás de las palabras,
hallar la permanencia.




Llega el haikú del milenario Japón y enraíza su bonsai en la lengua española. Conserva su carácter de miniatura —3 versos, 17 sílabas—. En ellos, la visión se ciega y habla con los otros sentidos: los del cuerpo y el alma transfigurados por el misterio en esta alquimia verbal y metafórica.











Si la libélula
tropezara en mis manos:
sol, tierra y cárcel.
(Angel Ketz Chan. 16 años)

Hay aquí una riqueza sugestiva propia de los que sueñan despiertos: el sol es el brillo de las alas de la libélula; la cárcel, las manos que la atrapan; la tierra, el color de esas manos. Y la libélula pudiera ser la poesía que las manos persiguen vanamente. Asoman otras interpretaciones, tantas como lectores.

Fue Mastsuo Basho quien elevó esta género poético a su mayor altura, aunque hubo otros cultivadores no menos notables: Sokan, Buson, Issa, Shiki. Matsuo Bonefusa adoptó el seudónimo de Basho porque sus discípulos lo llamaron con el nombre de un árbol muy apreciado en Japón. Y bajo sus ramas atendieron sus lecciones de amor a la naturaleza. Los puedo imaginar caminando por el bosque detrás de su maestro o sentados en torno a él. De improviso una libélula se posa en un gajo, el más despierto de sus alumnos exclama:


Exenta de alas
esa roja libélula
sería gajo.

A lo que el maestro responde: "¡No! ¡No!", y corrige:


Si un par de alas
brotaran a ese gajo
sería libélula.

Esto, porque la poesía torna ágil lo estático, vuelve hermoso lo cotidiano. El haikú crea, con una descripción concisa, cierto estado de ánimo. Evoca, a través de una imagen, todo un mundo de sugerencias, captura en el instante los atisbos de eternidad.

Octavio Paz, al comentar esta forma poética breve, asienta:


Desde un punto de vista puramente retórico el haikú se divide en dos partes, separadas por una palabra cuchillo: kireji. Una da la condición general y la ubicación temporal y espacial del poema (otoño o primavera, mediodía o atardecer, un árbol o una roca, la luna, un ruiseñor); la otra, relampagueante, debe contener un elemento activo. Una es descriptiva y casi enunciativa; la otra, inesperada (...). El haikú se convierte en anotación rápida, verdadera recreación de un momento privilegiado: exclamación poética, caligrafía...

Ejemplifico:


Elemento descriptivo o enunciativo: la telaraña.
Elemento activo e inesperado: es el hilo de plata / que teje el viento.

Es la atmósfera espiritual, sin embargo, la dádiva del haikú al Occidente. Detener nuestra vertiginosa vida diaria para contemplar una flor que aroma la orilla de un estanque, armarnos de saludable paciencia para recorrer con los ojos del alma los hilos de la telaraña que se irisa con el sol mañanero, degustar la gota de miel de sus tres renglones. Qué remanso para nuestro vertiginoso vivir este prodigio de orfebrería verbal que nos legó Japón y aclimató en México el poeta modernista José Juan Tablada.

Escribir haikú apacigua. Para crearlos hay que ejercitar una aguda observación, paciencia y amor por plantas, animales y paisaje. La simplicidad rinde los mejores frutos; la metáfora debe emplearse moderadamente. Basho definió el haikú de este modo:

Es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento.

Y en el momento en que escribía estas consideraciones bajó una mosca a la página llena de tachaduras, flechas, enmiendas y asertos. La mosca es un haikú viviente, ubicua criatura de la muerte y de la vida. Recordé uno de la escritora mexicana Gabriela Rábago Palafox:


Caligrafía
camino de la mosca
sobre la tinta.

Y encontré uno más de Shiki:


¿Venís a picar
mis ojos aún con vida?
¡Moscas, callad!


No resisto la tentación de leerles algunos que salieron de mis manos y que sembré en la página:


Para el murciélago / dormido boca abajo / el día es noche.
Sed de la llama, / sed de la llama un grito, / Ah, mariposa.

Traduce el agua / al oído del niño / versos de Issa.

Puesto en palabras / quizá una flor sería / la faz del alma.

Cáliz en flor, / también en un haikú / cabría Dios.

Autor:
Ramón Iván Suárez Camaal


http://www.letralia.com/20/en01-020.htm