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Carlos Humberto
CHHC
México, DF
El ladrón que olvidó la luna
Ryokan es uno de los poetas más venerados del Japón. Vivió entre la segunda mitad del siglo XVIII y el primer tercio del XIX. Cuando era muy joven conoció a Kokusen Roshi, el maestro Zen que le transmitió el Dharma, convirtiéndose en monje. Durante muchos años peregrinó por su nación, hasta que finalmente volvió a su aldea natal y en una pequeña choza abandonada en el Monte Kugami vivió en la pobreza y el desprendimiento, no por no poder acceder a riquezas, sino por apasionada vocación...Siempre sonriendo, nadie lo vió irritarse jamás. Solía ir a la aldea cercana a visitar amigos, beber sake con los granjeros y fundamentalmente a jugar con los niños. Lo hacía con tanto interés que se le iba el día en un suspiro. Practicó con esmero la mendicidad, la caligrafía y la indolencia. Uno de sus poemas comienza diciendo: "Demasiado perezoso para ser ambicioso, dejo que el mundo se cuide a sí mismo..."
Su poesía, es sencilla en cuanto a su estilo y presentación. Pero sutil, serena y chispeante a la vez. Como tantos maestros budistas, prefirió la brevedad expresiva a la grandiosidad del gesto. La flor es preferida a la espada, el pequeño pájaro de la montaña a las monedas de oro, el callado otoño con sus rojos, marrones y amarillos al aula académica. No hay doctrina ni adoctrinamiento en Ryokan. Ni prédica, ni enseñanza ni meta. Sólo testimonio y entrega a la vida, en su ímpetu y belleza: ¿"Porque hablar de la ilusíón y la iluminación? Escuchando a la lluvia nocturna sobre el techo, me siento comfortablemente, con las piernas extendidas..." Nada tiene, pero nada le falta. "escucho a los pájaros si quiero música, las nubes son mis mejores vecinos, abajo la pura primavera donde refresco cuerpo y mente, arriba los pinos y robles me proveen de sombra y madera, libre, tan libre, día tras día, que nunca quisiera irme de aquí..." Como nada espera, todo le llega: "El viento trae suficientes hojas, para encender un fuego.", escribe en este haiku que es la medida de su iluminación. Amigo del rocío y de la luna, del sol y del bambú, del arce y del viento, que son su verdadero sutra, a ellos se entrega, en uno de los gestos más bellos y profundos que hombre alguno haya podido describir: "Como una nube a la deriva, por nada atado, me dejo ir, abandonándome al capricho del viento..."
Porque para Ryokan el Universo es nuestro hogar, o más precisamente: "Si alguien pregunta por mi morada, yo respondo: "El borde este de la Via Láctea" Y entre el cielo estrellado y la tierra que nos sostiene, se despliega el rumor del Samsara. Y el Samsara es el Nirvana. No hay lugar a donde ir, ni búsqueda que emprender. Sólo estar. Pues el mundo no es para él una dramática, pues se ha liberado de toda opresión. Tampoco es sufrimiento, pues se ha liberado de toda codicia y apego. Ni lucha, esfuerzo o competencia pues se ha liberado de la ambición. Ni guerra ni paz, pues se ha liberado de todo odio u esperanza. Ni una oportunidad para perpetuarse a sí mismo, pues se ha liberado de todo deseo de realización propia. El mundo es el lugar de la contemplación de la danza del Ser. En su canto, su melodía y en los arabescos que dibuja para aquel que lo sabe recibir. De allí que en su último poema, nos entrege lo que no le pertenece a él ni a nosotros: ¿"Cual será mi legado? Pájaros en la primavera; flores en el verano, las hojas carmesí de los arces en otoño."
Fue tanta su lucidez, su agudeza y la profundidad de su mirada, que pudo encontrar en algo que en nosotros despertaría dolor e ira, una inesperada reflexión. Un día al volver de una de sus habituales visitas a la aldea vecina, Ryokan sorprende a un ladrón que ha entrado en su choza. Ya está anocheciendo y la luna llena brinda generosa su luz. El monje, al ver que el ladrón no encuentra nada para llevar, toma el único almohadón que tiene y le dice: "Tome, llévelo, es lo único que tengo para darle aparte de mi vestimenta y mi tazón de comida." El ladrón sorprendido toma el almohadón que se le ofrece y huye. Entonces, Ryokan escribe un haiku:
"El ladrón dejó tras de sí, a la luna en la ventana."
fuente:
Literatura (e)
poesía, ensayos
y narraciones breves.
Carlos Fleitas
Cecilia,dulce amiga,es un gran placer seguir leyendo de ti y hacer que mi mente comience a aprender tantas cosas maravillosas.Eres un ser maravilloso.Besos de luz.
ResponderEliminarPrecioso texto, Ceclia !!!! me quedo con: "el mundo es el lugar de la contempalción y e la danza del ser.....
ResponderEliminary me gusta tambien como define a los arces de otoño: hojas carmesi....gracias amiga por compartirlo al viento de la blogosfera!!!!! un abrazo de Begoña
hermoSo !!
ResponderEliminar"Si alguien pregunta por mi morada, yo respondo: "El borde este de la Via Láctea"
de aHora en màS responderê aSí
me encaNtó
:)
bessssssssss
Hola Cecilia, me ha gustado leer lo que explicas de Ryokan, siempre aprendo contigo. Y me ha encantado lo del ladrón y lo que escribió después "El ladrón dejó tras de sí, a la luna en la ventana" es algo que me hizo recordar a... "Y cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí". Gracias mi querida amiga porque contigo todo es una lección y aprendizaje. Besos.
ResponderEliminarHola Cecilia.
ResponderEliminarYa son tardes en España y mientras leo tu precioso texto...me digo a mi mismo que es tanto lo que desconozco de esos enormes poetas japoneses que es un tremendo placer leerte, no solo es un placer sino el conocimiento ce de hombres y poetas tan importante como Ryokan, importante por lo que es como hombre y por la lucidez de sus textos tan explendidos.
Mi mejor sonrisa para ti
Jardín Zen
ResponderEliminarLas rocas ocupan
el sitio que les corresponde,
la primacía de una cumbre
no tiene importancia
frente a la precisión de lo breve.
Dos o tres árboles
o ninguno,
tal vez la brisa que recuerda
a las hojas del otoño.
La luna tiembla en el estanque
y hay pausas donde se abisma el vacío.
Lo ideal sería
gozar ante la página en blanco
—en su jardín Zen—
que el lápiz rastrilla.
Y así, detrás de las palabras,
hallar la permanencia.
Ramón Iván Suárez Camaal
Gracias por tus comentarios Julia, me alegra muchísimo que te resulte interesante.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Begoña !
ResponderEliminar"El viento trae suficientes hojas, para encender un fuego"
Un abrazo!
Si ! ya lo vi Maby, jej
ResponderEliminary ..
qué bueno el poema de Benedetti ! estuviste genial.
Besos !
Gracias querida Julie por tus palabras. Siempre estás amiga, eres un sol !
ResponderEliminarBesos !
Buenas tardes Paco.
ResponderEliminarQué gusto que me visites ! y compartas estas lecturas.
Eres muy amable en tus comentarios ..
Un abrazo !
"Lo ideal sería
ResponderEliminargozar ante la página en blanco
—en su jardín Zen—
que el lápiz rastrilla.
Y así, detrás de las palabras,
hallar la permanencia."
Perfecto !
gracias Myriam,
un beso.
¡Qué bueno!,en la poesía japonesa, conocer a Ryokan,un poéta que comprendio como finalmente se debe vivir..me quedo con la frase dónde.."el mundo no es para él un sufrimiento pues se ha liberado de toda codicia y apego..".Gracias cecilia por darnos a conocer poétas así.un abrazo.
ResponderEliminar"Demasiado perezoso para ser ambicioso, dejo que el mundo se cuide a sí mismo..."
ResponderEliminarFue tanta su lucidez, su agudeza y la profundidad de su mirada, que pudo encontrar en algo que en nosotros despertaría dolor e ira, una inesperada reflexión. Un día al volver de una de sus habituales visitas a la aldea vecina, Ryokan sorprende a un ladrón que ha entrado en su choza. Ya está anocheciendo y la luna llena brinda generosa su luz. El monje, al ver que el ladrón no encuentra nada para llevar, toma el único almohadón que tiene y le dice: "Tome, llévelo, es lo único que tengo para darle aparte de mi vestimenta y mi tazón de comida." El ladrón sorprendido toma el almohadón que se le ofrece y huye. Entonces, Ryokan escribe un haiku:
"El ladrón dejó tras de sí, a la luna en la ventana."
Sólo puedo añadir, magistral!!!
Un beso grande, amiga!
Yo, como AmoaraLuz, también me quedo con la frase del perezoso y el ambicioso. A veces, tratamos de ocuparnos del mundo y nos olvidamos de nuestra casa. El mundo se cuidará bien de sí mismo si mismo si cada uno se ocupa de arreglar un poco su vida. La verdad es que trato de sacar conclusiones cuando lo único que querría gente como Ryokan es vivir, disfrutar de la luna y beber sake. Nos sobra, me sobra, racionalidad.
ResponderEliminarUn placer Cecilia. Cada día un descubrimiento.
Gracias.
Gracias Beatriz, Luz, Fernando ..
ResponderEliminarGracias por acompañarme en este descubrimiento, día a día, que nos asombra a todos.
Abrazos !