martes, 12 de abril de 2011

Haikus

Alberto Silva (selección, traducción y estudio crítico), El libro del Haiku, Bajo la luna, Buenos Aires, 2005.
El libro del haiku son dos libros; pero si su interés es doble, que lo es, no es por eso. Sería triple si la parte principal, una extensa antología de 780 textos, centrada fundamentalmente en los grandes maestros del género (Bashô, Buson, Issa, Shiki y Ryôkan), fuese más redonda. El aparato crítico, en cambio, tan extenso que puede considerarse como un ensayo autónomo o un segundo libro, resulta interesantísimo.

Allí Alberto Silva (Buenos Aires, 1943) denuncia que fuera de Japón se “tiende a olvidar el ritmo silábico” del haiku: hace bien en detectar la viga en el ojo ajeno, aunque ese olvido rítmico es la molesta mota que se interpone con frecuencia entre los originales y sus versiones. Por suerte, traduce muchos haikus ya traducidos, lo que permite comparaciones, de las que el argentino no siempre sale airoso. Con una probidad que le honra, para favorecer el contraste, recomienda en la “bibliografía anotada” otras antologías, entre las que yo destacaría Jaikus inmortales (Hiperión, Madrid, 1983), de Antonio Cabezas. Las versiones de Silva, además, están interferidas de vez en cuando por las rimas asonantes, que se llevan la estrofa japonesa de juerga flamenca. Puede que ello sea sólo un problema para los oídos de esta orilla del Atlántico, porque en él también incurrió (y sistemáticamente) el cubano Orlando González Esteva en su traducción de Issa (Hoja de viaje, Pre-Textos, Valencia, 2003).

En cualquier caso, que la puntillosidad del crítico no empañe el goce del lector. Lo cierto es que consigue algunas traducciones muy bonitas. Si Bashô decía que un haijin (esto es, un poeta del haiku) con diez buenos haikus es un maestro; reconozcamos nosotros que un traductor, con un puñado de versiones como ésas, es muy de agradecer.

Dicho lo cual, recalquemos que la mayor aportación está en lo que hemos llamado el segundo libro. En realidad, esparcido aquí como “introducción”, “glosario”, “bibliografía anotada” y varios “apéndices”, se nos ofrece todo un ensayo, que suma casi doscientas páginas, y en el que se reflexiona a fondo sobre las características del haiku y de sus creadores. Alberto Silva logra —con un estilo casual y aproximativo, repitiendo citas, haciendo una aleatoria literatura comparada (que, a veces, da en el clavo, como al apuntar que el haiku de Bashô: Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el ocaso parece salido de la pluma de Borges), perpetrando argentinismos (verbales y psicosociológicos), divagando lo suyo, con buen humor— logra, digo, transmitir una visión muy viva, inteligente e iluminadora. A ratos, incluso poéticamente eficaz. Cita numerosos poemas a lo largo de su muy personal andadura ensayística, y se llega a tener la agradable sensación de estar leyendo un auténtico haibun, esto es, una combinación de haikus y prosa poética, como el usado por Bashô, Buson y otros autores en diarios de viaje o dietarios.

El interés resulta aún mayor porque, a la vez que nos acerca al haiku, nos permite hacer una lectura comprensiva de la moda japonesa que se ha instalado de pocos años a acá en la poesía española. Los motivos de la brisa oriental que orea nuestra parcela del Parnaso son múltiples y complejos. Obviemos los espúreos, como la supuesta facilidad de su escritura o la posibilidad de que al mal poeta le suene, de pronto, la flauta. No olvidemos, sin embargo, la ininterrumpida tradición hispanoamericana, que estudia Abel Feu, y que arranca de los años 20 con José Juan Tablada, Eugenio d’Ors, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, entre otros; ni tampoco, justo en sentido contrario, la influencia de la globalización. Desde dentro y desde ahora, me parece que también hay una reacción contra la verbosidad de la llamada poesía metafísica y contra los excesos de abstracción y/o experimentación (para Bashô el haiku es la poesía del aquí y el ahora), cierta apertura a lo trascendente y un intento de construirse una voz desde el origen, para lo que el haiku, siendo algo así como la unidad mínima de sentido poético, representa una oportunidad extraordinaria.

Conste que esta lectura al sesgo desde la actualidad la hago yo. Alberto Silva se centra en el haiku japonés, sin dejar de relacionarlo, muy atinadamente, con la poesía en general. Defiende, con un entusiasmo arrollador, bastante sentido común y una batería de ejemplos, varias tesis de importancia. Para él, la clave del haiku es el espacio que elige habitar: la intemperie, tanto en un sentido físico (caminos, naturaleza, suburbios) como moral (lo que, para un lector español, no deja de recordar a J. R. Jiménez) y social. A partir de ahí, insiste, con más razón que un bonzo, en la relación estrecha y difícil con lo religioso que mantiene el poeta, “que vive a dos aguas, ni monje ni laico” como se retrataba Ryôkan, o como apuntó Bashô: “Parezco un monje, pero estoy cubierto con el polvo del siglo. Parezco un laico, aunque voy rapado”. Y destaca la importancia del biografismo, tan mal entendido siempre, que convierte al haijin en un personaje y en un ambiguo (y por ello moderno) héroe poético. Nada de esto rebaja la dosis de juego que alienta en el arte del haiku y que se pone especialmente en juego, valga la redundancia, en los complejos equilibrios de ironía, respeto, imitatio y variaciones que hacen falta para conjugar la gravedad de la tradición con la gracia del talento individual.

Como quien no quiere la cosa, Alberto Silva va insertando el haiku, sin dejar de hablar de poesía japonesa, en las constantes de la cultura universal. Otros expertos, llevados por un excesivo celo en explicar su exclusividad o su exotismo (“zen por zen japonés”, insisten), no han querido ver esa relación. Los estudios críticos de El libro del haiku redoblan, por tanto, la labor del traductor: ayudan a que el mundo del haiku entre a formar parte de nuestro mundo. Y el nuestro del del haiku, que aquí ya todo es “y viceversa”.

Enrique García-Máiquez
Poesía Digital
http://www.poesiadigital.es/index.php?cmd=critica&id=60






11 comentarios:

  1. Cuando tenemos la síntesis, reducida al máximo de todo un sentimiento poético, que se muestra objetivo, sin perder la subjetividad, específico, pero sin perder la amplitud, sensitivo y con todo espiritual, allí donde el poeta renuncia a sus más queridos conceptos, intelectuales ante la realidad de su experiencia, conmovido por la sensación, lejos de la lógica infundada por ideologías o filosofías personales, en ese momento y en ese lugar surge el haiku. Se trata de una instantánea, un flash de luz expresado en diecisiete "onji" (un onji es el equivalente al "mora" de la prosodia latina, es un término técnico que designa a la unidad métrica más pequeña en la poesía japonesa, es un carácter en el silabario fonético japonés, pero no simplemente "una sílaba", como es con frecuencia traducido). Dada su brevedad, es una fuente de sugerencias que ha de ir añadiendo el lector. En dicho sentido, es un poema incompleto, que puede llegar a aceptar profundas lecciones de metafísica o de experiencias místicas de Zen.


    Antonio, acá algunas puntas para comenzar a indagar sobre tu inquietud, planteada en el post anterior.

    Gracias !

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  2. De Félix Alcántara. España

    Lluvia de otoño.
    Debajo del alero
    una paloma.

    De Mario Benedetti. Uruguay

    oscuro unánime
    solo queda un farol
    que pide auxilio

    De Jorge Luis Borges. Argentina

    La vieja mano
    sigue trazando versos
    para el olvido


    De Santiago Larreta. España

    Brillan las gotas
    en la hierba segada
    y qué bien huele


    De Octavio Paz. México

    Hecho de aire
    entre pinos y rocas
    brota el poema

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  3. ....que interesante tu articulo!!!! aunque me deja un sinsabor de reproche a mi misma...eres una osada !!!!!nunca conseguiras llegar al meollo de un haiku "auténtico"...pero luego , alegremente me digo , me gusta disfruto ,y si sigo haciendo a lo mejor consigo uno....y me quedo tan tranquila...te digo todo esto para que no te preocupes , por el desánimo o abandono..jajajaja simplemente sé donde estan mis límites...y "lagunas" y sigo porque es mi camino!!!!!! Gracias Cecilia por todo un abrazo Begoña

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  4. anTonio quieRe saber q es silaBa en japoneS, yo quiero saBer q es `onJi`
    suponGo q `un golPe de voZ`como lei un día por aqui

    en loS viDeos diCe AlBerto Silva q la palaBra `crepúsculo´no debe ir x ser una silaBA impropia
    ??
    hasTa donde yo se, si la palaBra es esdrújula se resta una
    està bien?

    yo tbn soy osaDa BeGoña:

    danZan los verSos (5)
    de BeGoña en loS aiRes de-be-go-ñaen-los-ai-res (7)
    soBre el cantábRico so-Breel-can-tà-bri-co (6 -1= 5)

    me corrijen por faVor ?

    graCiassssss

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  5. De una publicación en este blog, agosto 9 de 2010:

    EL ONJI, UN CONCEPTO SIMILAR AL DE SÍLABA. El onji es la medida fonética japonesa equivalente -mas no igual- a la sílaba. Una onji corresponde a lo que nosotros llamaríamos "un golpe de voz" en la articulación de los sonidos del habla. En el idioma japonés, para efectos de conteo, se tienen en cuenta las consonantes en las que nosotros consideraríamos una sílaba compleja. Cada onji japonés representa un sonido brevísimo, mucho más simple que la mayoría de las sílabas del español, inglés o alemán. Por ejemplo, la palabra sensei, que consideramos bisilábica, está compuesta por cuatro onjis: se-n-se-i.

    La tanka es un tipo de verso que tiene mil trescientos años de historia; consta de 31 onjis; divididas en unidades de articulación de 5-7-5-7-7 onjis. Desde tiempos inmemoriales, las frases más naturales que se articulan en japonés corresponden a unidades fonéticas pequeñas -de cinco onji-; o una unidad un poco más larga compuesta por siete onji (las unidades de articulación se pueden hacer equivaler a los que nosotros conocemos como versos, que representamos en una línea al escribirlos en forma de poema). A veces se permiten la licencia de excederse un poco en el conteo de los onji; sin embargo, los más puristas no toleran que sean más de dos. En lugar de emplear signos de puntuación, los japoneses usan palabras pequeñas compuestas de uno o dos onji, para indicar los cambios de verso y darle un "respiro", una pregunta o una exclamación. (Reichhold 2004)

    La tanka tiende a ser más lírica y a expresar las emociones en una mayor variedad de formas, desde luego que no excluye las imágenes. Ofrece más libertades que el haikú, debido a que las reglas para su composición son menos restrictivas (por ejemplo, no necesita una palabra que marque las estaciones ni una palabra de corte, kireji); brinda la oportunidad para la expresión de los sentimientos más íntimos, es más lírica.

    Generalmente se imprime en un verso vertical continuo, aunque con frecuencia se utilizan versos verticales múltiples, cuando se presenta como un trabajo de caligrafía. Algunos poetas modernos han experimentado cambiando los versos y agregando sangrías para resaltar ciertos efectos poéticos. Otros lo parten en dos estrofas 5-7-5 (¡un haiku!) y 7-7, a las que consideran como dos unidades.

    Gracias por vuestro interés,
    Cariños.

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  6. Una aportación muy educativa Cecilia, Myriam, es hermoso aprender con ustedes. También con Maby, Begoña... Gracias por darnos a conocer estos grandes recursos. Me gustó mucho. Besos.

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  7. Julie, nosotras te damos las gracias a ti.
    Eres parte de Haiga, gran poeta ! maestra.

    Gracias por los aportes valiosísimos, y los que en breve publicaremos.
    Poesía e imagen, verdaderos haiga completando en belleza, si fuera posible, tus creaciones.
    Besos amiga !

    Gracias Begoña, Maby, Myriam
    besos a todas.

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  8. Cuando tenemos la síntesis, reducida al máximo de todo un sentimiento poético, que se muestra objetivo, sin perder la subjetividad, específico, pero sin perder la amplitud, sensitivo y con todo espiritual, allí donde el poeta renuncia a sus más queridos conceptos, intelectuales...
    Minimizando al máximo con las diecisiete sílabas consabidas, ahí es donde el haikú recoge toda la esencia del poeta...

    Magnífica aportación, toda una lección!

    Gracias chicas!

    Besos

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  9. Cecilia, Myriam... mas que una orientación es todo una lección... De hecho nuestra forma silábica es mas acotada y podemos volar con las metáforas y comparaciones etc.
    Veo que en japonés esa libertad de interpretación esta para el lector u oyente
    De esta manera entiendo que la amplitud de significaciones, como decía, es mas amplia para cada grupo de sus "onji" que para un grupo silábico nuestro, por ende en cinco sílabas castellanas decimos o insinuamos mucho menos que en el equivalente de Japón lo cual el conteo silábico para haikus y tankas en castellano deberían ser mas largos o libres, solo contar los versos, de cinco o de siete
    Bueno es una apreciación casi apriorística de la cosa.
    Saludos y gracias... esta es una forma muy buena de conectar dos culturas y asimilarnos unos a otros.
    Abrazos

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  10. Gracias Julie, Luz, Antonio por los aportes interesantes a este espacio.
    Seguimos publicando en ese sentido.

    Abrazos.

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  11. Una magnífica ventana al aprendizaje...

    cuando mis ojos
    si cierran y se abren
    todo ha cambiado

    MARIO BENEDETTI

    FELICES DÍAS, UN ABRAZO ;-))

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